Es cierto que la distribución de la población española es irregular. La gran mayoría de gente vive en las provincias periféricas costeras o en Madrid, mientras que el resto de provincias interiores están muy envejecidas y despobladas. Vale, sí. Esto es un hecho. Pero antes de empezar a llorar sin saber ni por qué, vayamos por partes y analicemos algunas cuestiones.
¿Por qué la gente huye de algunas provincias?
La vida ha cambiado mucho en el último siglo. Cuando nuestros abuelos nacieron, una gran mayoría vivía en pequeños pueblos, donde no había llegado aún la luz eléctrica ni el agua corriente. Qué decir ya de moderneces para ricos, como el teléfono, el coche, o la televisión que no se había ni inventado.
La sociedad era muy distinta. Nuestros bisabuelos, muchos analfabetos, eran gente que pocas veces había salido de su pueblo. Llevaban vidas muy austeras, poco ambiciosas y en cierto modo, adaptadas a un modo de vida casi tribal. Es decir, donde toda su vida giraba en torno a un pequeño núcleo de población compuesto por la familia, los amigos, y sus familias.
Ese modo de vida, era el que habían heredado de tiempos MEDIEVALES. Una época en la que, ante la falta de comunicaciones y transportes, lo habitual era que todo el mundo viviera en aldeas y pequeños núcleos poblacionales, donde todo el mundo desarrollaba una actividad autosuficiente. En cada pequeño pueblo producían lo mismo que consumían y su mundo terminaba allí. La mayoría de gente con la que se relacionaban a lo largo de sus vidas, eran los vecinos del pueblo.
Ese tipo de sociedad ha desaparecido. Las costumbres medievales empezaron a cambiar con la industrialización. La sociedad basada en el ruralismo y el aislamiento poblacional, se empezó a cambiar por una sociedad urbana.
Así que la explicación es muy sencilla: LA GENTE QUIERE VIVIR EN LA CIUDAD. Sin más.
Hoy en día vivimos en la era de las comunicaciones. Si hay algo que está en constante evolución, es justo eso, la comunicación. Ya nadie quiere vivir aislado. Ya nadie quiere vivir en una aldea de 100 personas, a llevar la misma vida que llevaban sus ancestros hace 500 años, a casarse con la única moza del pueblo con su edad y a ver las mismas caras lo que les queda de vida.
La gente quiere vivir donde hay más gente. Una persona joven quiere tener una vida variada, quiere poder alternar con mucha gente nueva, amistades variadas, una gran oferta de ocio y sobre todo, una gran oferta LABORAL. La gente quiere vivir en la ciudad, porque la ciudad te da la libertad. Te da múltiples opciones para que elijas como quieres construir tu vida.
Así que alguien joven, que viva en un ambiente aislado, encasillado y rural. Sin oferta laboral, sin ocio, sin amigos, con una vida social muy reducida, va a hacer lo obvio, que es largarse de su tierra para siempre, en busca de una ciudad que le ofrezca todo lo que su tierra no tiene. Gente, trabajo, movimiento, cultura, dinero, futuro, diversión...
"Hay que hacer algo para fijar la población"
Este cansino mantra, es una de las frases más recurrentes que se han oído estos días y que se suelen oír siempre que se habla, sobre todo, con gente que se dedica a la política en determinadas provincias.
Todos estamos de acuerdo en que un país multipolar, es un país más fuerte, más rico y más próspero. Que puede ser necesario vertebrar un poco más el territorio nacional para no incurrir en el llamado "efecto París", que es lo que ocurría en el pasado, cuando la capital francesa lo absorbía todo, dejando al resto del país en la irrelevancia.
El problema es que este asunto de la vertebración, se ha prostituido, de modo que se ha convertido en el típico "que hay de lo mío" y en otro "café para todos".
Y es que, desde hace ya muchas décadas, se ha venido desarrollando una red de clientelismo político, que con la excusa de que "hay que fijar la población rural", lo que están haciendo es comprar el voto. Se está crujiendo a impuestos de forma inmisericorde a la gente de las ciudades, para después repartir auténticas millonadas en subvenciones en el mundo rural.
Y no, señores. Por más billetes que soltéis, la gente joven NO QUIERE vivir en aldeas. Solo se quedan en esos sitios los mayores que han vivido toda su vida allí y que por apego no se quieren marchar. Pero todos los demás, se van a ir. Es la evolución. De la misma forma que celtas e íberos vivían en poblados en lo alto de montañas y con la romanización se empezaron a desarrollar las ciudades y entramados urbanos.
Pero lo más incomprensible de todo esto, es que nadie explica por qué quieren fijar artificialmente la población en las aldeas. ¿Por qué, para qué, en concepto a qué, con qué objeto o necesidad?
Qué manera de derrochar ingentes cantidades de dinero en tirarlo a la basura. En tratar de mantener de forma artificial un urbanismo medieval, que no solo no beneficia a nadie, sino que nos perjudica a todos. ¿A santo de qué hay que construir un polideportivo en un municipio de 400 habitantes, que no va a usar nadie jamás? ¿Por qué hay que mantener miles y miles de colegios por todo el país, que no tienen ni una decena de niños? ¿Por qué en las ciudades hay terribles listas de espera en el médico, cuando hay un tremendo derroche en construir centros de salud en pueblitos en los que casi no hay ni pacientes?
NO se puede estar manteniendo servicios de ciudad, en lugares donde ni siquiera existe un ratio de población para ser utilizados. Porque es un brutal derroche de dinero que sale de nuestros bolsillos, de ciudadanos con el agua al cuello a los que nos saquean a impuestos. Y porque igualmente, estos servicios prestados a medias, son una chapuza ineficiente que de ningún modo va a hacer que la gente siga abandonando esos minúsculos municipios en busca de una mejor vida en la ciudad.
La Fusión de Municipios, la única solución
Desde aquí, siempre he defendido esa vertebración territorial. Pero hecha de una forma inteligente, eficiente y responsable.
Zaragoza es un buen ejemplo. Se ha cogido una ciudad enclavada en un lugar estratégico y se ha fomentado su crecimiento. Una vez se ha convertido en una ciudad grande, ya es un polo generador de riqueza por sí misma, que atrae a población de todo su entorno. De esta forma, la gente de los pueblos de Aragón y alrededores, cuando dejan el ámbito rural, recalan en Zaragoza, porque es una ciudad grande que les da lo que están buscando.
Si Zaragoza fuera una ciudad pequeña, que a duras penas pasara de 100.000 habitantes, con una población envejecida y funcionaria y una mentalidad de pueblo imperante, la juventud de la región en lugar de allí, emigraría sin pensarlo 2 veces a Madrid o al Levante.
Pues eso, justo eso, es lo que ocurre en muchas otras regiones. Un claro ejemplo es Badajoz. Una ciudad con una posición estratégica de primer orden, único núcleo importante entre Madrid y Lisboa, en una tierra llena de recursos. Si esta tuviera el tamaño de Valencia o Zaragoza, la región extremeña sería muy muy distinta. Y lo mismo ocurre con tantos otros lugares.
La atomización de la población, es decir, que esta esté dispersa en miles y miles de núcleos pequeñitos, es un cáncer para el desarrollo. Eso, y el socialismo.
Porque hay muchos, políticos, ayuntamientos, plataformas, etc, que se pasan la vida llorando con pedir más y más y más. Pedir, que no es otra cosa que exigir que se vapulee aun más al que produce a base de impuestos, para repartir paguitas millonarias a otros que con jeta, viven del cuento. Vease el PER, el PAC, y otras muchas subvenciones rurales muy poco transparentes y muy poco decentes.
¿Y es que para qué necesita España soltarle una millonada a un señor de 50 años de un pueblo perdido entre montañas, a cambio de que labre un montón de hectáreas de terreno, para cultivar algo que ni tan siquiera tiene intención de cosechar?
Pues a todos nos beneficiaría mucho más, que hubiera una profunda reforma municipal, que se fusionaran los municipios, y que si se tiene que subvencionar algo, sea precisamente, el traslado de ese señor a la capital de comarca más próxima o a su capital provincial. Concentrando a la población en las cabeceras comarcales y provinciales, se convertirán en pueblos y ciudades más dinámicos, más activos, con más gente, con más movimiento de capitales. Y por tanto, serán más atractivos para sus gentes, que no se verán tan forzados a emigrar ante la sensación de parálisis.
Pero es que es LA PROPIA GENTE la que tiene que espabilar. España tiene una de las poblaciones menos emprendedoras del mundo. La gran mayoría de jóvenes españoles tienen el sueño de ser funcionarios, que es la forma más agónica de matar al país. Hay que fomentar que las capitales de provincia se conviertan en espacios jóvenes, espacios vitales.. Que se fomente LA INICIATIVA PRIVADA. Que se bajen los impuestos para que la gente pueda crear empresas y negocios, crear riqueza, producir bienes y servicios.
OTRO EJEMPLO:
La provincia de Soria tiene 183 municipios, con 500 núcleos de población. Solo 10 tienen más de 1000 habitantes. La gran mayoría, tienen menos de 100.
En lugar de estar despilfarrando millones en tratar de secuestrar inútilmente a la gente en esas 500 aldeas, sería mucho mejor para todos hacer una profunda fusión de municipios. Fomentar que la gente, en lugar de en 500 núcleos, se concentrara en solo 15. Y entonces sí, usar ese dinero tirado a la basura, para ofrecer unos servicios básicos en esos nuevos municipios, que sí serían eficientes. Y esas nuevas 15 capitales municipales, o al menos algunas de ellas, sí tendrían futuro.
¿Y LA NATURALEZA?
Al mismo tiempo, se liberarían así infinitas hectáreas de campo y monte de la presión demográfica que hoy tanto machacan a la naturaleza. Porque si hay algo claro, es que el éxodo rural es una bendición para la naturaleza.
Muchas provincias tienen un entorno natural privilegiado, que si se cuidara, podrían convertir algunas zonas de España en auténticos paraísos, repletos de bosques. Un espectacular santuario para la fauna ibérica salvaje, que fuera todo un orgullo patrio.
Esto podría hacer que España creara gigantescos parques nacionales, que fueran visitados por un turismo de alto standing. Tener parques míticos estilo Yellowstone, o que vinieran turistas de toda Europa a hacer una mezcla de turismo cultural, gastronómico y natural.
Zonas como Sierra Morena, la cordillera Cantábrica, el Ibérico, Extremadura, los montes de León, etc. podrían ser impresionantes áreas repletas de vida salvaje.
Son tantas las posibilidades que tendría España, concentrando su población en modernas a industriosas ciudades, a la par que cuidando, recuperando y preservando su entorno natural, que hasta duele ver la nula visión que tienen, tanto nuestros políticos, como nuestros mismos conciudadanos.
Y es que podríamos tener un país próspero, desarrollado, modélico y ejemplarizante. Y sin embargo parecemos estar secuestrados por una CASTA PARÁSITA que quiere que España de la peor versión de sí misma.
Una casta que quiere que seamos mediocres, y que está dividida en 2 mitades. La que quiere una red clientelar hipersubvencionada, basada en una España interior aldeana y subdesarrollada, que no tengan más voluntad en sus vidas que cobrar la paguita y cerrar la boca.... Y por otra parte, aquellos otros que pretenden blindar legalmente un sistema cacique y latifundista al más puro estilo del siglo XIX.
La España de la aldea y la escopeta. La España de Delibes y sus Santos Inocentes. Y señores, es posible una España mucho más próspera, más rica, más eficiente, y además mucho más cuidada.
Pero primero hay que empezar por abrir los ojos y ver cual es la realidad.